-Después de la segunda guerra mundial surge una reacción contra las escuelas de arte no
objetivas. Hay retorno a un “realismo”.
Los neorrealistas:
-pintan la realidad social contemporánea
-rechazan lo fantástico, lo mágico, lo alegórico, lo simbólico, lo abstracto y lo mítico
-rechazan lo improbable, lo problemático y lo inaudito
Van más allá que el realismo y el naturalismo decimonónico:
-no excluyen ningún elemento de la realidad social por feo, bajo o repugnante que sea
El punto de vista es absolutamente objetivo. Los neorrealistas:
-escriben sin ninguna preocupación moral o didáctica
-les interesa captar las conveniencias sociales para ofrecer una pintura de las reacciones de los
seres humanos frente a las complejas situaciones sociales
-la técnica del cuento se vuelve impersonal con la ausencia total del autor
-en los cuentos no hay didactismo ni son moralistas, sino imparciales y objetivos
En Hispanoamérica, el neorrealismo es un movimiento todavía en boga. Lo usan mucho los
jóvenes escritores
Se distingue del Realismo mágico” y lo “real maravilloso” en que los escritores no hacen uso
-la descripción se vuelve fría y desnuda
-no hay una penetración en la psicología de los personajes para interpretar sus motivos
-no explica el ambiente ni cómo influye o no en el personaje
Neorrealismo en Hispanoamérica: los rasgos principales de este movimiento en
Hispanoamérica fueron: el espacio geográfico es la periferia, esto se refiere a que ya no
se trata de un ámbito puramente natural, si no que lo urbano y la periferia social también
comienzan a cobrar importancia fundamental en este tipo de obra, como por ejemplo los
conventillos, barrios marginales, pensiones miserables, etc.; los movimientos más frecuentes
que se observan en este movimiento son las agresividad, angustia, soledad, etc. problemas
sociales en una sociedad urbana y más civilizada que en el siglo XIX.
Cuento neorrealista en Hispanoamérica: un claro ejemplo de este tipo de cuento, lo podemos
observar en El baldío del paraguayo Augusto Roa Bastos o en La lluvia del venezolano Arturo
Uslar Pietri, Dos Pesos de agua del dominicano Juan Bosch, El niño junto al cielo del peruano
Enrique Congrains Martin.
En Italia el neorrealismo: en 1930 se usó por primera vez el término neorrealismo y lo usó
Arnaldo Bocelli, crítico italiano, que con este término, intentó describir al grupo de autores que
analizaban el contexto social a través de un objetivismo psicológico.
Segunda Generación del período superrealismo: 1942. Neorrealismo
La generación de 1942, que en nuestros textos, tanto historiadores como críticos literarios
llaman, generación del 40, marca, para las letras nacionales y sobre todo para la novelística,
el primer gran momento de nuestra literatura. Es la generación que trasciende el ámbito
nacional e inserta nuestra novelística, en el concierto universal.
Esta generación se inclina, en Latinoamérica, por la temática social de zonas de la realidad,
que de una forma u otra, tuvo que ver con la explotación de la clase social trabajadora. Así la
zona atlántica y las bananeras transnacionales, el cacaotal, el cafetal, la montaña, así como el
latifundio y la explotación de sectores de estos países totalmente desprotegidos, tales como
los indios, los negros y los campesinos en general, son considerados como materia prima de
estas novelas. Con ellas realmente podemos hablar de una verdadera conciencia nacionalista y
un marcado antiimperialismo.
El novelista cree con certeza o sin ella que su poder es importante para denunciar las
injusticias sociales, el robo de nuestra riqueza por las transnacionales y los ricos criollos
entreguistas. Cree en la causa de los desprotegidos, de los trabajadores, de los indios y los
negros, por eso el mundo mostrado se divide claramente en dos: buenos y malos, ricos y
pobres, nacionales y extranjeros, explotados y explotadores, etc. Crea el personaje colectivo,
representativo que va más allá de sus propios intereses: aparece el obrero, el proletariado, el
negro, el indígena, el esclavo, el capitalista, el marginado.
Esta temática y esta visión de la realidad exigió, en algunos novelistas la creación de un
paradigma estilístico nuevo que algunos críticos llamaron Neorrealismo. Y a esta literatura se
le llamó de compromiso, de denuncia de realismo crítico.
En Latinoamérica la formaron novelistas de la talla de Juan Rulfo (1918-1986), José María
Arguedas (1911-1969), Juan Carlos Onetti (1909-1995), Julio Cortázar (1914-1984), Augusto
Roa Bastos (1917-2005), Fernando Alegría (1918), Ernesto Sábato (1911), Arturo Úslar Pietri
(1905), entre muchos otros de gran relieve e importancia.
Los siguientes novelistas costarricenses pertenecen a la generación de 1942, llamada
Neorrealista. Muchos de ellos no escribieron novelas que la crítica considerara importantes
Ferreira de Castro |
y tampoco se unieron a un paradigma que los novelistas latinoamericanos ya venían
configurando. Se puede rescatar de esta generación la importancia de que por primera vez,
los novelistas costarricenses forman una generación de ellos. Tal vez no están a la altura de los
novelistas hispanoamericanos, pero lo importante, es que aparece un paradigma que unifica a
varios novelistas que creen en él y lo testimonian con sus obras.
De ésta, que realmente podemos llamar la primera generación de los novelistas costarricenses,
debemos destacar a los siguientes novelistas con sus respectivas obras. Adolfo Herrera García
(1914-1975), con su novela, Juan Varela: 1939, a pesar de que los críticos no lo incorporan en
esta generación, porque ellos han considerado que la novela Juan Varela se publicó en 1939
y no obedece a lo que ellos consideran la generación de 1940 equivocadamente. Este escritor
es quizás el más importante de esta generación y marca el inicio de la misma. A él siguieron
escritores tan importantes como, Carlos Luis Fallas (1914-1966), con sus novelas MamitaYunai:
1941, Gentes y Gentecillas: 1947, Mi Madrina: 1950 y Marcos Ramírez: 1952, Fabián Dobles
Rodríguez (1918-1997) con siete novelas, Ese que llaman pueblo: 1942, Aguas Turbias: 1943,
Joaquín Gutiérrez Mangel |
Una burbuja en el Limbo: 1946, El sitio de las abras: 1950, Los leños vivientes: 1962, En el San
Juan hay tiburón: 1967 y Los años, pequeños días: 1989, Joaquín Gutiérrez Mangel (1918-
2000), con sus novelas, Manglar: 1947, Puerto Limón: 1950, Murámonos Federico: 1973 y Te
acordás hermano: 1978 y Yolanda Oreamuno Unger (1916-1956) que a pesar de haber escrito
varias novelas sólo publicó La ruta de su evasión: 1948. Otros escritores que pertenecen a esta
generación no fueron tomados en cuenta por diversas razones. Nosotros reseñamos aquéllos
de quienes pudimos conocer sus novelas y si a nuestro criterio, éstas eran de escaso valor
literario, preferimos sólo catalogarlas.
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