Fallece en Santiago el 11 de marzo de 1973.
EL ESCRITOR
Manuel Rojas escribe a partir de vivencias personales, lo cual le permite adentrarse en la sicología de los personajes con proverbial talento. Nadie como él para recrear los ambientes sórdidos donde se desarrolla la existencia de gran parte del pueblo chileno, nadie como él para pintar las personas pobres, rastrear en su personalidad, reflejar los males del chileno común, especialmente, su atracción por el alcohol y el sexo. Nadie como él para internarse en los vericuetos de la pobreza, el desamparo, la estolidez, la solidaridad, los prejuicios sociales. No alza el dedo ni eleva la mano agitadora. No denuncia. Muestra, describe, presenta los hechos. Con pasión, es cierto, a veces con la frialdad del médico que cura las enfermedades, pero jamás con indiferencia.Ayuda a todo ésto el uso acertado del lenguaje mediante un estilo que es notable. Manuel Rojas posee uno de los pocos estilos atractivos que existen en Chile: claro, sencillo, interesante, motivador, que capta y arrastra, que obliga a leerlo. A veces se alarga, otras veces busca la síntesis, pero todo es un compendio de humanidad, donde lo que se dice no sobra y está en el lugar adecuado.Tiene mucho de la conversación íntima entre dos personas.
Leerle es un placer, de esos placeres cada vez más lejanos, puesto que los escritores actuales no se caracterizan, precisamente, por hacer reiterados homenajes al estilo, a un buen estilo.
LOS LIBROS
Hijo de Ladrón es su obra más conocida y famosa, la que lo envió a los aires trascendentes. Es una autobiografía y en ella ya se manifiesta el talento recreador de Manuel Rojas. Escribió otras novelas interesantes, que tuvieron éxito de crítica y de público, pero Hijo de Ladrón es su epopeya máxima, el texto que lo remitió a la gloria.
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